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Feliz día, mamá: tus silencios también me enseñaron amor.
No siempre hablaste, pero siempre cuidaste. Tus miradas decían más que discursos. Tus manos tejieron ternura, incluso en los días difíciles. Aprendí a amar con tu ejemplo, no con tus palabras. Gracias por estar cuando no sabías cómo. Gracias por seguir, incluso cansada. Hoy honro cada gesto tuyo, incluso los que no entendí hasta ahora.